El otro, el extranjero, es siempre aquél que está aquí por malas razones.
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He dejado de buscar, desear, perseguir, soñar, querer para ya no serlo en apariencia. Cuando aún tenía antojos (ganas, sueños…) alguien me dijo que no tenía nada que aportar.
Estoy aquí porque tuve una razón. He cambiado pero mi motivo sigue ahí. Me explico, mi motivo es como la fricción que causó ese fuego efímero en un fósforo, fuego que lo ha consumido, aún después de apagado lo ha transformado. La fricción en sí no ha dejado marca.
Según Guillermo A. O’Donell * “La democracia está hoy y lo estará siempre en una especie de crisis, pues desvía constantemente la mirada de sus ciudadanos de un presente más o menos insatisfactorio a un futuro de posibilidades incumplidas. Hay en esas crisis algo que corresponde a lo mejor y más distintivo de la democracia, ya que ellas subrayan la intrínseca mezcla de esperanza e insatisfacción de la democracia, ponen el acento sobre un vacío que nunca será llenado. La capacidad de esperanza es uno de los puntos fuertes de la democracia, que bajo circunstancias adecuadas puede y deber alimentar otras capacidades que pueden promover mejoras cualitativas de la democracia.”
Pensando en ti quiero recordar un fragmento del texto paradigma de la poesía del México post-revolucionario
[…]
vestida del color de mis deseos
como mi pensamiento vas desnuda,
voy por tus ojos como por el agua,
los tigres beben sueño de esos ojos,
el colibrí se quema en esas llamas,
voy por tu frente como por la luna,
como la nube por tu pensamiento,
voy por tu vientre como por tus sueños
[…]