Cartón de Lalo Alcaraz ©
« Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí ».
Augusto Monterroso, escritor guatemalteco.
Cartón de Lalo Alcaraz ©
« Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí ».
Augusto Monterroso, escritor guatemalteco.
«Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi». Giuseppe Tomasi de Lampedusa, Il Gattopardo
Boletas para la elección presidencial y de Jefe de Gobierno del DF ©
Según Guillermo A. O’Donell * «La democracia está hoy y lo estará siempre en una especie de crisis, pues desvía constantemente la mirada de sus ciudadanos de un presente más o menos insatisfactorio a un futuro de posibilidades incumplidas. Hay en esas crisis algo que corresponde a lo mejor y más distintivo de la democracia, ya que ellas subrayan la intrínseca mezcla de esperanza e insatisfacción de la democracia, ponen el acento sobre un vacío que nunca será llenado. La capacidad de esperanza es uno de los puntos fuertes de la democracia, que bajo circunstancias adecuadas puede y deber alimentar otras capacidades que pueden promover mejoras cualitativas de la democracia.»
Pensando en ti quiero recordar un fragmento del texto paradigma de la poesía del México post-revolucionario
[…]
vestida del color de mis deseos
como mi pensamiento vas desnuda,
voy por tus ojos como por el agua,
los tigres beben sueño de esos ojos,
el colibrí se quema en esas llamas,
voy por tu frente como por la luna,
como la nube por tu pensamiento,
voy por tu vientre como por tus sueños
[…]
Octavio Paz, Piedra del Sol (fragmento)
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
(Miguel Hernández, Elegía)
Este sábado 2 de junio Don Juan Chávez murió en un hospital de Morelia. Era la voz de la comunidad purhépecha de Nurío, Michoacán; era una de las personas más respetadas y sabias del Congreso Nacional Indígena. Fue un hombre recto, como el ala de su sombrero michoacano.
Era un hombre de la tierra; el 29 de mayo la muerte lo apeó de la troje que reparaba, la troje de su casa en la que se guardan los frutos de la tierra.
Me tocó conocerlo en Barcelona, a donde en ese entonces había sido invitado por compañeros solidarios de la lucha por la autonomía indígena en México. Recuerdo que iba a aprovechar ese viaje para ir al Archivo de Indias, en Sevilla, para consultar documentos coloniales y con ellos en mano tratar de resolver los problemas agrarios de su pueblo.
Don Juan fue invitado en varias ocasiones a Europa para hablar de las experiencias de lucha y de las dolencias de los indígenas en resistencia ante un auditorio de organismos internacionales y organizaciones de solidaridad y de defensa de los derechos de los pueblos indígenas; y sobre todo, con colectivos en lucha. En México, cuando el trabajo de la tierra se lo permitió y su comunidad se lo pidió, participó como delegado en muchas reuniones y encuentros organizados por el CNI o por organizaciones populares o indígenas como los zapatistas.
A su palabra clara y serena respondían oídos atentos, hablaba en nombre de los suyos y no en el propio, escuchaba activamente para transmitir el mensaje de quienes se lo encomendaban.
En París, en Barcelona, en Vicam, en Oventic, en Cheran, en La Garrucha, en su Nurío y en tantas otras partes, los que tuvimos la suerte de escucharlo o de que nos acompañara con su experiencia de la lucha diaria y de amor a la tierra lamentamos que se vaya tan pronto.
Descanse en paz, Don Juan.
Es un alivio que las elecciones presidenciales francesas hayan pasado, y sobre todo que la jeta de Nicolas Sarkozy haya desaparecido de los medios impresos y electrónicos.
Pero cuando echo un ojo a las noticias de México es siempre la misma burra al trigo aunque en este caso el papel de los medios sea secundario pues los cárteles orquestan ellos mismos sus propias acciones espectaculares y macabras.
El pathos de los cárteles contra «el lugar que creías conocer» como estrategia de comunicación. Suspiro. Campañas políticas mediocres de los candidatos a la presidencia, ridículos reportajes de panfleto de la Televisa de toda la vida, hasta un pleito de verduleros tiene más fondo que lo que televisión e internet mexicanos vomitan cuando enciendes tu pantalla.
Esa es quizás la palabra clave, ese verbo mexicano, inusitado en el español europeo o sudamericano: Apantallar. La cultura de nuestro país de telenovela impregna el mínimo acto de comunicación desde el diálogo entre dos personas hasta el show de los narcos; se abre la boca, por así decirlo, por puro afán de apantalle: hay que ponerle salsa a los tacos.
La gente termina, como dicen, curada de espanto. ¿Qué nos va hacer un cadaver más o un cadaver menos? No mamen, ya cambien su pinche rollito, señores narcos, señores responsables políticos. ¿Cuándo se van a dar cuenta que ya estamos vacunados?
Ya no tenemos fibra sensible. ¿qué nos importa que digan que tal o cual candidato es «joto» y que otro más es comunista? De por sí, en un país normal eso no es noticia. ¿qué nos importa que Tepito o Tangamandapio sean «Territorio Zeta» o que Buaysiacobe o Tlaquepaque sean del Cártel de Sinaloa?
Hay que pasar a otra cosa, compadres, ya estuvo bueno. Ya vimos suficientes capítulos de Dexter y Desperate Housewives.