La única farola del patio central de hospital parpadea toda la noche.
Una nube de insectos flota a su alrededor para mayor satisfacción de una pipistrelle.
Ese palabra francesa no es para mí nada más que el sinónimo de la alegría oportunista de un niño que atrapa al vuelo golosinas que caen de una piñata rota.
Así se comporta ese bicho, sus chillidos intermitentes suenan como risita de ladroncillo de poca monta.
Mi cigarrillo se acaba, se apaga. París brilla a lo lejos. Apenas se escucha el tráfico, un acúfeno me ha estado perturbando desde hace semanas. Será eso lo que quizás tomo por la voz del murciélago. Cierto es que en las breves noches se respira el calor de la estación, el cielo está claro y puedo ver Vega en el cénit.
La radio anuncia chubascos por la madrugada en Île-de-France. Tendré que cerrar la ventana. Qué calma, es lo mejor de estar junto a un bosque en plena ciudad.
48.825221
2.423411
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...