El Grito de Dolores, lanzado por el cura Miguel Hidalgo y Costilla la madrugada del 16 de septiembre de 1810 iniciaría la sarta de guerras civiles y revoluciones que convertirían la Nueva España de ese entonces en el méxico* actual. La guerra de independencia se lanza con lema de
«¡Viva la Virgen de Guadalupe!, ¡Abajo el mal gobierno!, ¡viva Fernando VII!»
Ese es un claro llamado a la revuelta de los criollos contra los peninsulares. Hidalgo era criollo como casi todos los conspiradores de Querétaro, a la excepción de José María Morelos. El «Mueran los gachupines» de la boca del mismo cura de Dolores vendría a aclarar que aquello era un movimiento criollo contra los privilegios que gozaban los peninsulares, étnicamente iguales, pero políticamente diferentes en el sistema de dominación colonial español.
Esa guerra que se atasca casi 11 años y que no termina sino con la deserción del criollo Agustín de Iturbide del bando realista (es decir, fiel a la corona española) y su adhesión al enemigo de la corona. Quien efímeramente se coronaría Emperador, poco después del triunfo del bando insurgente. Resulta curioso que nunca se refiere al bando conspirador como bando nacionalista, creador de la nación mexicana.
Las Leyes de Reforma de Benito Juárez y sus consortes: separación de la Iglesia y el Estado, la nacionalización de los bienes del clero, la creación del registro civil, entre otras, ocasionaron la segunda guerra civil mexicana de importancia. La guerra de Reforma terminaría con la victoria del bando liberal y sería seguida por la intervención de las huestes de Napoleón III y, otra vez la burra al trigo, otra guerra civil más. El bando republicano ganaría la apuesta y el conservador, en tanto que corriente política, desaparecería de la vida nacional.
Uno de los «héroes» de esa guerra tomaría las armas al grito de «Sufragio efectivo, no reelección«— Plan de Tuxtepec— y se haría del poder poco de la muerte de Juárez, al vencer al sucesor de éste: Sebastián Lerdo de Tejada, poder que ocuparía de facto y de jure hasta 1910. Se trataba del hasta entonces oscuro coronel Porfirio Díaz.
La tercera gran guerra civil es la llamada Revolución Mexicana en la que un conjunto de movimientos socialistas, liberales, anarquistas, populistas, y agraristas se enfrentarían primero contra el régimen de Don Porfirio y después entre sí. La guerra llevaría a término la redacción la constitución de 1917, en la que la mayoría de las ideas de las diversas corrientes fueron plasmadas. Nadie puede decir en qué fecha terminó. Las muertes de dos de las figuras de las corrientes radicales: Emiliano Zapata, asesinado aún en armas en 1919, y Pancho Villa, asesinado en 1923 dedicado ya a la vida civil, son el capítulo final y el epílogo de la Revolución.
Desde ese entonces no ha habido revuelta armada que haya podido extenderse por todo el territorio nacional.
Esta reseña no es exhaustiva. Entre una guerra «nacional» y otra, ha habido revueltas que no han pasado, en lo que se refiere a actos armados, del ámbito estatal o regional. Y no voy citarlas.
Felipe Calderón Hinojosa asume el poder en 2006. Vicente Fox, su predecesor, fue el último presidente en gobernar al estilo PRIista, aunque milite en el PAN. Con Calderón se han multiplicado los movimientos sociales y se han acentuado esas gotas que derraman el vaso y les dan origen, se han multiplicado la represión y la impunidad. Al mismo tiempo, el presidente ha declarado la guerra al narcotráfico y no se ve que esté llevando la mano. Por todo el país cunden la violencia, la pobreza y la rabia; el Estado se ve atacado por diversos frentes.
Los místicos mexicanos, entre los cuales antes yo me incluía, con la idea de que en méxico hay «una Revolución cada cien años» mantienen viva su esperanza de que haya verdadero cambio. En las revoluciones precedentes ganaron:
- Los criollos sobre los gachupines (Independencia)
- Los liberales burgueses sobre los aristócratas conservadores. (Reforma e Intervención Francesa)
- La revolución institucionalizada sobre la de los agraristas (Zapata y Villa)
Quizá estamos viviendo una revolución ahora mismo y no nos damos cuenta. A la mejor el clima de violencia persistente es signo de ella. Es posible que los cambios que se están operando hoy en día dejen marcas en la Historia mexicana. Quién sabe si ésta es la «Revolución» de cada cien años.
Fijo está los narcos, el Poder Federal y la masa de los mexicanos no pertenecen al mismo bando y que esto parece más bien una pelea de perros.
Pocas veces en méxico las masas han tenido la sartén por el mango. Nunca se ha visto que los de abajo y a la izquierda, como dicen los zapatistas, hayan salido triunfantes de revuelta alguna. Los capítulos de la historia mexicana no tienen Hollywood ending, un final feliz.
* He decido que a partir de ahora escribiré méxico solamente en minúsculas.
16 enero 16+01:00 2011 en 8:06 PM
Pero en todo lo demás estoy de acuerdo, lo que pasa es que como sociedad todavía estamos muy inmaduros, todo esperamos que nos lo resuelva el gobierno sin comprometernos demasiado.
24 enero 24+01:00 2011 en 7:59 PM
Hace rato que no leo algo tan sensato en un comentario. Gracias.
16 enero 16+01:00 2011 en 7:41 PM
Eso de » ahora escribiré méxico solamente en minúsculas «. Me parece medio mamón.
24 enero 24+01:00 2011 en 7:57 PM
Lo es. No soy monedita de oro…